Esta isla fue una colonia española llamada Santiago entre 1494 y 1655. Ese año pasó a manos de los ingleses, y posteriormente de los británicos. Durante este período, Jamaica llegó a ser el principal productor mundial de azúcar gracias a la mano de obra esclava traída de África y uno de los centros de la piratería en el Caribe.
Se independizó de Reino Unido en 1962. El inglés y el criollo jamaicano son sus lenguas nacionales. Con tres millones de habitantes, es el tercer país con más angloparlantes de América, tras Estados Unidos y Canadá. Pertenece a la Mancomunidad de Naciones y la jefa de estado es la reina de Inglaterra Isabel II.
Los jamaicanos no son tan abiertos como otros caribeños, pero una vez te ganas su confianza son gente amable. Es un país tranquilo poblado por una mayoría negra aunque también hay muchos mulatos y blancos. Hay mucha pobreza y los locales viven del turismo. No hay lugar para el estrés: “Jamaica no problem“, te dicen.
Jamaica es un gran productor de estilos musicales. Aquí han nacido el mento, el ska, el rocksteady, el dub, el ragga, el ragga jungle o el dancehall. Pero por encima de todos destaca el reggae, un estilo que hizo mundialmente famosa a la ínsula gracias al popular cantante Bob Marley, el principal icono de este país en el planeta.
La isla es un batiburrillo de la cultura de los taínos, españoles, ingleses, africanos, indios y chinos. Protestantes y católicos son la mayoría de la sociedad, aunque hay muchas religiones. Destaca la rastafari, que considera al emperador etíope Haile Selassie I la tercera reencarnación de Yahvé, después de Melquidesec y Jesús.
En general la imagen arquetípica de un negro con rastas fumando marihuana y bailando reggae no dista demasiado de la realidad del pueblo. No obstante, en nuestros días esta pequeña isla aparece en el mapa de todos los noticieros del mundo gracias al velocista Usain Bolt, el hombre más rápido sobre la faz de la Tierra.