El pueblo zapoteco fue una de las civilizaciones más brillantes de Mesoamérica. Habitó fundamentalmente en lo que hoy conocemos como Oaxaca (México) y parte de Guerrero, Puebla y el Istmo de Tehuantepec. Aún queda un millón de indígenas zapotecas en México, con lengua y cultura propia, pero malviven la miseria.
Zapoteca significa “pueblo del Zapote”. No existe ninguna leyenda concreta acerca del origen y migración de este pueblo. Ellos pensaban que habían nacido directamente en las nubes, y que eran hijos legítimos de los dioses. Por eso se llamaban a sí mismos “ben’ zaa” o “vinizá” que quiere decir “la gente de las nubes”.
Su rastro se remonta a hace 2500 años y se desarrollaron fundamentalmente entre 500 AC y 1000 DC. Hacia el 1200 DC ya era una sociedad completamente decadente que apenas podía contener el empuje de mixtecas y aztecas. Finalmente, la llegada de los españoles supuso la puntilla a una civilización moribunda.
Los zapotecas eran sedentarios y vivían de la agricultura. Tenían un panteón de divinidades con Cocijo, dios de la lluvia, a la cabeza. Los sacerdotes tenían gran poder y en ocasiones hacían sacrificios humanos. Estos nativos adoraban a sus antepasados, creían en un paraíso en el más allá y practicaban el culto a los muertos.
Era una sociedad muy desarrollada en arte, arquitectura, astrología y calendarios. Fue el primer pueblo centroamericano -junto con los mayas- en disponer de un sistema de escritura (jeroglíficos). Se asemejaban a olmecas, mayas y toltecas y están considerados la segunda civilización madre de Mesoamérica tras los olmecas.
Monte Albán fue su centro neurálgico, allí se han encontrado grandes templos, tumbas funerarias, orfebrería y estadios para el juego de pelota, entre otros. El idioma zapoteco es una macrolengua, esto es, un conglomerado de muchos idiomas, hablado aún hoy por 800.000 personas en los Estados Unidos de México.