Las Caimán fueron descubiertas por los españoles, pero fue el pirata inglés Francis Drake quien les dio nombre en el siglo XVI. Luego las colonizaron los británicos. En su día formaron parte de la Jamaica británica, pero cuando ésta se independizó en el año 1962, pasaron a ser un territorio de ultramar del Reino Unido.
Jamás unas islas tan pequeñas dieron tanto que hablar. Se trata de un menudo archipiélago formado por tres ínsulas situado al sur de Miami. Es un oasis tropical en medio del Caribe de inconfundible arquitectura colonial inglesa. Su flora y fauna son ricas, y sus cristalinos fondos marinos hacen las delicias de los visitantes.
Pese a su diminuto tamaño, es uno de los más importantes centros financieros del mundo. En este paraíso fiscal no pagan impuestos directos ni sus ciudadanos ni sus empresas. De hecho, es el lugar del planeta Tierra con más empresas por habitante: nada menos que 85.000 negocios registrados por tan sólo 57.000 almas.
No obstante, esto de no pagar impuestos viene de lejos. Fue en 1788 cuando diez barcos británicos procedentes de Jamaica naufragaron junto a las Caimán. Entonces los nativos auxiliaron a los supervivientes. En agradecimiento, el rey Jorge III eximió a la colonia del pago de tributos, privilegio que dura hasta hoy.
También tiene una importante industria turística orientada a atraer a los ricos de Estados Unidos y Canadá: hoteles de lujo, mansiones, campos de golf, playas de ensueño… Es un sitio ideal para practicar el buceo, la pesca submarina y la vela. Sobra decir que el país tiene una de las rentas per cápita más abultadas del mundo.
La población, casi en su totalidad cristiana, se compone básicamente de gente de ascendencia inglesa y africana, con una considerable mezcla interracial. Aquí se refugiaron piratas, perseguidos por la Inquisición española, náufragos, esclavos… Es gente muy amable y acogedora que parece haber descubierto el secreto de la felicidad.
