Si pronunciamos la palabra “Bermudas” a bote pronto nos vienen a la mente tres cosas: unos pantalones cortos que los hombres visten en verano, un misterioso triángulo donde desaparecen barcos y un paraíso fiscal. Este pequeño país de 150 islas y sólo 53km2 de extensión es el territorio de ultramar más antiguo del Reino Unido.
El navegante español Juan Bermúdez descubrió en 1505 las Bermudas; de ahí su nombre. Tras tímidas incursiones de españoles y portugueses, las islas fueron colonizadas por los ingleses. Este diminuto país subtropical pasó a ser fortificado por su importancia estratégica para los británicos en la navegación del Atlántico Norte.
Su situación política a día de hoy continúa siendo controvertida. Aún sigue siendo una colonia, pero en 1995 el 75% de la población local votó en referéndum en contra de la posibilidad de independizarse. Su elevada población (70.000 habitantes) obliga a la gente a una emigración forzada a América del Norte y del Sur.
Bermudas es un paraíso turístico y fiscal. Turistas adinerados de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido se zambullen en sus cristalinas aguas para practicar buceo y submarinismo. Unos pocos afortunados juegan al golf mientras disfrutan del sol durante todo el año. Las Bermudas son, digámoslo abiertamente, unas islas para ricos.
Las empresas de ingeniería fiscal y las compañías de seguros proliferan por doquier. Bermudas tiene una de las rentas per cápita más altas de todo el planeta. Mientras el resto del mundo está sumido en una crisis económica las islas no paran de atraer capitales del exterior, lo que encarece y mucho el coste de la vida.
Estas islas son mundialmente famosas por un triángulo entre Bermudas, Florida y Puerto Rico donde misteriosamente desaparecen barcos y aviones sin dejar rastro. Lamentamos defraudar al lector, pero en realidad esto no es cierto. De hecho, tan sólo se trata de un mito popularizado por el escritor de ciencia ficción Charles Berlitz.